El químico
farmacéutico Julián Molina y la coordinadora Vanessa Morris son dos personas
que velan por la seguridad de los jóvenes y no tan jóvenes de Bogotá.
Su labor es prevenir
el consumo de drogas entre los mayores de edad, para ello testan las drogas que
les traen y miden su pureza, es decir, calculan el porcentaje de la sustancia
que es droga pura.
No es sorprendente lo
que se encuentran los dos científicos en las tasaciones. Explican que la mayoría
de las drogas de diseño que les traen como el MDMA no es esa droga, sino una
mezcla de otras sustancias. El problema reside en que esta droga sustituta del
MDMA tiene un efecto más potente pero tarda más en aparecer, por lo tanto los
consumidores piensan que tienen que consumir más y cuando los efectos se
manifiestan son muy violentos con el organismo. Y esto también ocurre con el LSD
o la cocaína: las sustancias con las que cortan estas drogas son tóxicas para
el organismo.
Una vez obtenidos
los resultados le devuelven la sustancia a sus dueños y les informan de los
datos obtenidos. No les quitan la sustancia para evitar su consumo, simplemente
le proporciona el resultado y le explica que significa, a partir de ese momento
el dueño de la sustancia es libre de hacer lo que quiera con ella. Muchas veces
los compradores dejan la droga en el laboratorio o se deshacen de ella.
Para que su labor
sea más útil, Julián y Vanessa, montan un puesto en lugares donde se puede
encontrar un alto consumo de drogas como puede ser los aledaños de un festival
de música además de poseer un laboratorio.
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